El primer monumento en su tipo realizado para recordar a Borges tal cual era su
deseo:
"Quiero laureles verdes, reales, vivos, no esos de oro o metal"
(Roma, 1984).
Georgie y Susana
Fue el conocimiento que compartían sobre literatura inglesa lo que en un primer momento cubrió sus conversaciones. El interés y las charlas dieron paso a una amistad que duraría toda la vida. Una amistad profunda y de mutuo respeto. Por alguna extraña razón el que era tan admirado, esta vez admiraba.
Se reunían en la Quinta "San Doménico" donde formaron un grupo de lectura de poemas y cuentos. Y en el departamento de Susana, en Recoleta, a tomar el té o almorzar.
El diseñador: Randoll Coate
Secretario de prensa de la Embajada Británica en Argentina en los 50, asiduo lector, fanático de Borges y los laberintos. Amigo de Susana Bombal, a quien le pidió conocer a Borges, quien intercedió en dicho encuentro.
Randoll al terminar su carrera diplomática devino en un muy prestigioso diseñador de laberintos para Castillos en toda Europa.
En el año 1979 tiene un sueño revelador: El memorial de Borges “debía ser un Laberinto y no una estatua llena de angelitos”. Contó su sueño en una carta a Susana, ya que ella aparecía en el sueño y algún papel debía jugar.
El impulsor: Camilo Aldao (hijo)
El mayor de cinco hermanos, una persona extraordinariamente instruida y fiel compañero. Fue el sobrino predilecto de Susana Bombal, para ella era el hijo que la vida le negó.
Al morir Susana en 1991, Camilo hereda sus pertenencias y en ese revisar sobre qué conservar y qué no, encontró la carta de Randoll a Susana contándole su sueño de hacer un Laberinto. Camilo, que era muy místico y susceptible, tomó esto como un mensaje de Susana: El laberinto debía hacerse.
Con esa idea escribe a Randoll, y parte en avión a Londres a conocerlo personalmente. Allí Randoll le entrega el diseño con la esperanza y el mandato de que se realizara.
Luego de años, se contacta con María Kodama, a quien le dona el diseño del laberinto en nombre de Coate. A este nuevo equipo se le suma Carlos Thays (nieto) quien lleva a cabo el diseño del master plan del Laberinto, y juntos los tres intentan durante 10 años lograr plantarlo en algún lugar de la ciudad de Buenos Aires, sin éxito.
Ya viviendo en San Rafael, Camilo relee la carta de Randoll y comprende el papel de Susana Bombal en el sueño. El Laberinto debía hacerse en Finca "Los Álamos" la casa natal de Susana.
Los Laberínticos
En 1999, en un evento realizado en la Finca, Camilo conoce a Gabriel Mortarotti, Andrés Ridois y Mauricio Runno y juntos le dieron nuevos ímpetus al proyecto, por lo que fueron bautizados como Los Laberínticos.
Viajaron a Londres y volvieron con el diseño actualizado que ya había terminado Randoll. Esta vez incluía las iniciales de Maria Kodama en el diseño.
El 4 de octubre de 2003, cuatro amigos terminan de plantar el último boxus.